HernanV

Hagamos del mundo un lugar más divertido para vivir.

Dos oídos, una sola boca


"Saber escuchar es el mejor remedio contra la soledad, la locuacidad y la laringitis."

William George Ward

La composición del cuerpo humano revela la sabiduría de la naturaleza en toda su expresión. Al otorgarnos dos piernas, nos estimula a andar por la vida, caminar, recorrer y mantenernos rectos. Al darnos dos manos, nos insta a trabajar, a abrazar y a defendernos. Al darnos dos ojos, nos invita a contemplar el mundo y a sorprendernos frente a su riqueza.

Al darnos dos oídos y una sola boca, la naturaleza nos dice, silenciosa como toda madre sabia, que debemos escuchar dos veces más de lo que hablamos, y luego nos da los espejos para que lo descubramos por nosotros mismos. La capacidad de escucha es uno de los activos más grandes que podemos llegar a tener como seres humanos.

Un estudio de una prestigiosa consultora estadounidense, donde se relevaron, con el permiso de los involucrados, más de 3.000 llamadas telefónicas de varios hogares en distintos Estados del Estados Unidos, demostró cuál es la palabra que más utilizan los estadounidenses. Esta palabra, repetida incansablemente en todas sus conversaciones telefónicas, es la palabra YO.

Este estudio luego fue replicado en Europa, América del Sur y Asia, exactamente con los mismos resultados. La palabra que repetimos más que ninguna otra en el mundo es la palabra YO, reflejando así que somos el centro de nuestro propio universo. Si estamos atentos a las conversaciones que tenemos con los demás, veremos que nunca nos comunicamos realmente, sino que somos islas separadas, flotando a la deriva, comentando cómo YO hago las cosas de tal o cual manera y como YO experimento el mundo de determinada forma. Nada más.

La capacidad de escucha.

En un mundo donde la velocidad de los elementos y los avances en el conocimiento y la tecnología son cada vez mayores, la capacidad de escuchar al otro se está perdiendo paulatinamente. Esto sumado al hecho de que vivimos en un mercado que prima el individualismo acérrimo en el consumo de bienes y servicios y empuja a los hombres a sobrevivir pisando las cabezas de otros hermanos. Los valores y homogeneidades están en crisis, y hay cada vez más clases sociales, lo que permite identificarnos con los demás cada vez menos. En esto, como el lector sabrá y experimentará en su vida, la capacidad de escucha, propia y de los demás, se encuentra en jaque.

Sin embargo, reconocer que tenemos dos oídos y una sola boca nos llevará a entender el mundo de otra manera. Los ejecutivos de las grandes corporaciones han desarrollado esa capacidad de escucha atenta y activa, permitiéndoles enriquecerse, crecer y recolectar información de gran valor en cada conversación que tienen, así sea con un par, con un subordinado o con un completo extraño.

Escuchar es uno de los activos más grandes y uno de los hábitos más valiosos que podemos cultivar como seres humanos. Dale Carnegie, el padre de las relaciones interpersonales, en su libro “Cómo Ganar Amigos e Influir Sobre las Personas”, cuenta que una vez tuvo una cena importante, donde asistían muchas personalidades interesantes. En esa reunión, donde se dispuso a los invitados sentados uno frente al otro en mesas largas, a Carnegie le tocó en suerte un biólogo en frente de su asiento.

Cuando comenzaron a hablar, Carnegie simplemente se sentó en el borde de su asiento y prácticamente ni probó bocado, debido al interés que la conversación con el biólogo había suscitado en él. Carnegie confiesa en su libro que nunca había aprendido tanto de una persona en tan poco tiempo, mientras que el científico se encargaba de detallarle los procesos de taxidermia, las especies en extinción y sus viajes por el mundo descubriendo nuevos tipos de mariposas y libélulas.

Al finalizar la cena, el biólogo, que resultó ser uno de los invitados más distinguidos del anfitrión, al retirarse, tuvo unas palabras con el dueño de casa: le dijo que nunca había tenido un compañero de conversación tan estimulante como el señor Dale Carnegie. A todo esto, Carnegie se sintió sumamente halagado y sorprendido, puesto que ¡No había pronunciado palabra en toda la noche! Ese es el poder de la capacidad de escucha.

Cómo ganar amigos y enriquecer nuestras vidas.

Los universos personales de cada individuo giran alrededor de ellos. Sin importar cuán cercanos sean nuestros familiares, compañeros y amigos, debemos entender que nuestros problemas tienen poco valor real para los demás. A ellos, simplemente, les basta con sus propios problemas. De otra manera, poco valdría decir YO tantas veces al hablar por teléfono o en cualquier conversación informal de calle.

Para ser distintos, para posicionarnos de manera diferente frente a los demás, para ser tomados en cuenta y para ser llamados “compañeros estimulantes”, simplemente debemos hacer lo que nadie más hace: escuchar. Y no escuchar por escuchar, sino escuchar para enriquecernos, para crecer, para interesarnos realmente por lo que le sucede al otro y salir de nuestro universo personal.

Este ejercicio de escucha y aprendizaje puede ser uno de los desafíos más grandes que podemos proponernos en nuestra vida, ya que seguramente nos preguntaremos dónde habrá un tiempo para que nosotros seamos escuchados. Esta pregunta tiene una respuesta sencilla: uno siempre recibe lo que da.

Al dar tiempo y atención a los demás, recibiremos tiempo y atención de los demás. Al otorgarles nuestros oídos a los otros, recibiremos oídos y horas de escucha de los otros. A fin de cuentas, nos convertiremos en unos conversadores estimulantes y nos enriqueceremos, con el simple hecho de escuchar.

Dos oídos, una boca.

Este mensaje subliminal que nos ha enviado la naturaleza al diseñarnos con dos oídos y una sola boca, también aplica a la forma en que vivimos nuestra vida. Las personas que más hablan son las que generalmente menos piensan lo que dicen, pues tienen miedo de quedarse calladas. Los ríos profundos corren en silencio mientras que los que se secan rápidamente son ruidosos.

Descubrir la clave del silencio exterior y la riqueza de la vista interior nos permitirá conocernos como personas, mientras que recibimos todos los sonidos que el universo tiene para nosotros. Tener dos oídos y una boca es un mensaje que nos han dado desde nacimiento, el cual debemos responder y atender para ser más felices y prósperos.

Escuchar más de lo que se habla es un hábito, un hábito que nos abrirá muchas puertas en muchos ámbitos y niveles distintos. Escuchar es un hábito que nos posicionará diferente del resto de las personas, las que solo están sumergidas en su mundo interior. Escuchar los pájaros, escuchar el mar, escuchar la brisa y escuchar a los otros con la misma atención que escuchamos nuestras propias conversaciones internas.

Escuchar no solo nos permitirá enriquecernos, sino que además nos permitirá crecer y enseñar a los demás que las voces internas pueden acallarse, que el silencio vale más que las palabras vanas y poco pensadas, que pensamos lo que decimos y decimos lo que pensamos y muchos otros beneficios que solo se logran parando la maquinaria interna, refrenando los impulsos inconscientes por querer decirlo todo, dejar de intentar que los demás se interesen por nuestro mundo interior y salir a dar aquello que queremos encontrar: un oído sincero y atento, o mejor dos.

Mucha luz!

Hernan

2 comentarios:

Acaso somos capaces de hablar de algo sino es a través de la propia experiencia? Trata de opinar sin decir yo ni hablar de tus vivencias, es imposible. Lo que si podemos hacer es tratar de sacarnos de encima la idea de que somos el epicentro del mundo.

 

Hola! Gracias por tu comentario. Claro que estamos supeditados a la propia experiencia. De hecho, se habla de algo así en el post "Lo Único que Experimentamos".

De hecho, la cuestión de la escucha es un hábito puro de desarrollo personal, simplemente nos apoyamos en el otro para hacerlo. =)