HernanV

Hagamos del mundo un lugar más divertido para vivir.

Respirar

"Respirar es un hábito. La vida es un hábito o, mejor dicho, una sucesión de hábitos, ya que un individuo es una sucesión de individuos."
Salvador Espriú


Salvo contadas excepciones, los seres humanos podemos vivir una semana sin comer, unos tres o cuatro días sin tomar líquido, pero solo unos pocos minutos sin respirar. Este acto mecánico al cual poca importancia le damos es parte integral de nuestra vida cotidiana, y uno de los más importantes para nuestro bienestar físico, mental y emocional. La respiración está a cada segundo inmersa en nuestra vida, minuto a minuto, hora tras hora, día a día, y es el único acto que no podemos dejar de hacer sin sentir inmediatamente las consecuencias de su falta.

A su vez, el entretenimiento y la rutina diaria hacen que le demos poca importancia a nuestra respiración. Estando enfocados prácticamente todo el tiempo en el afuera, nuestros ritmos internos se desequilibran. Un desequilibrio prolongado puede acarrear serios inconvenientes para nuestra salud, más aún sabiendo que existen personas que jamás se han detenido a preguntarse e indagar sobre su respiración. Este acto mecánico puede ser un salvavidas, un foco de luz en nuestros días de incertidumbre.

Todas las religiones milenarias de la tierra nos indican la importancia de ser conscientes sobre la respiración que ejercemos, y cómo ella puede afectar en pocos momentos nuestros estados de ánimo. El Yoga y la Meditación, por ejemplo, están basados casi en un 80% en la importancia de la respiración, realizando posturas o hassanas en la medida que se observa constantemente el ir y venir del flujo de aire, mientras que la Fundación de “El Arte de Vivir” plantea que existe una respiración para cada estado de ánimo: La ira tiene su respiración, la ansiedad posee su respiración, la calma y la quietud también tienen su propio ritmo de respiración.

Veremos en este artículo cómo utilizar la respiración en cualquier momento del día para bajar los decibeles de la rutina diaria y comenzar a sentirnos mejor casi instantáneamente, sin importar dónde nos encontremos ni que estemos realizando. Eso es lo bueno de la respiración: ¡Nadie se dará cuenta que estamos trabajando sobre nosotros mismos! Aquí vamos
  • Ser conscientes de nuestra respiración: Cuando enfocamos nuestra atención en la respiración, vamos abriendo brechas en la mente que nos permiten volvernos más conscientes de nosotros mismos. Con el simple hecho de observar el aire ingresar por la nariz hacia los pulmones y viceversa, estamos haciendo un gran bien a nuestro estado emocional. Simplemente tomémonos 1 minuto en este momento para concentrarnos en la respiración y bajar la marcha, sin importar dónde nos encontremos o qué estemos haciendo. Tomemos consciencia de la respiración: No tratemos de controlarla, simplemente observemos el aire frío que ingresa por la nariz y cómo se almacena en los pulmones. Al salir, hagamos lo mismo, sintamos el flujo de aire que nos mantiene en pie.
  • Respiración abdominal: Los ejercicios de respiración son muy sencillos. Tan sencillos que cuando somos niños los practicamos a niveles inconscientes y naturales: Simplemente respiramos bien. La respiración del stress, el cansancio y la ansiedad se encuentra en la zona alta de los pulmones, y es poco profunda, solo renueva una pequeña porción del aire total contenido en ellos. Cuando nos encontramos cansados y necesitamos una pausa, es recomendable llevar el aire al estómago y el abdomen, ya que de esta manera la respiración se torna más profunda y limpia por completo los pulmones del aire residual. A su vez, esta técnica permite masajear los intestinos y demás órganos internos de manera que nos ayuda a mejorar nuestro metabolismo, digestión y evacuación. Simplemente inflemos el abdomen al respirar, tal como si tuviésemos un globo. Probemos respirar hacia el estómago durante unos minutos y notaremos los cambios inmediatamente. Al exhalar, desinflemos nuestro abdomen. A veces es recomendable colocar las manos sobre nuestro abdomen para notar la hinchazón que produce el aire. Si tenemos un compañero o compañera disponibles, podemos hacer que se sienten sobre nuestro abdomen y notar como ascienden y descienden siguiendo  nuestra respiración abdominal.
  • Respiración completa: Una técnica muy usada por los maestros zen y yoguis de la India es la respiración completa. Esto se logra inflando la parte baja del abdomen y luego ir subiendo mientras se inhala, hasta aumentar la capacidad máxima de los pulmones, elevando los hombros. Luego, al exhalar, se relajan los hombros, el tórax y por último se expele el aire desde el abdomen. Dos o tres de estas respiraciones permiten tomar una cantidad extra de oxígeno y purificar de esta manera la sangre del cuerpo. Es importante realizarla con cuidado para evitar hiperventilaciones y mareos que puede causar el exceso de oxígeno en el cerebro. Es recomendable también realizar este tipo de respiraciones estando acostados, para acostumbrarnos al flujo de aire y los movimientos musculares que se necesitan para su desarrollo.
  • La respiración silenciosa: Se dice que los arroyos superficiales son ruidosos, mientras que los ríos profundos corren en silencio. Lo mismo ocurre con nuestra respiración. Si notamos que nuestro respirar cotidiano tiene dejos de agitación o es muy sonora, estamos en presencia de un claro síntoma de stress o problemas respiratorios. Ambas, la inhalación y la exhalación, deben ser silenciosas y continuas, para que realmente sean profundas y tengan efectos benéficos sobre el organismo. Si cerramos los ojos durante unos minutos y nos enfocamos en nuestra respiración, notaremos que inmediatamente esta decrece su sonoridad. Esta es una buena señal. Cuando estemos conscientes de nosotros mismos, la respiración se acomodará por su propia cuenta.
  • Respiraciones corporales: También podemos utilizar nuestras extremidades para ayudarnos a respirar. Por ejemplo, mientras inhalamos es un buen ejercicio levantar nuestros brazos y estirar las manos y los dedos como si quisiéramos tocar el techo o el cielo. Al exhalar, relajaremos íntegramente nuestros músculos, bajando nuestros brazos lentamente hasta estar completamente relajados. Esto nos permite aumentar nuestra concentración y la capacidad de estar conscientes de nuestro cuerpo aumenta considerablemente.

Otros factores que inciden negativamente en nuestra capacidad para relajarnos y respirar son las tensiones y contracciones innecesarias de músculos faciales y del cuello. Por ejemplo: si notamos, en la medida que avancemos con estos ejercicios, que tenemos la mandíbula apretada al respirar o durante el día, simplemente dejémosla relajarse. Lo mismo sucede con los pómulos, cuello, lengua, párpados. No los necesitamos para respirar, así que ¿para qué utilizarlos?

Estas simples técnicas nos permiten relajar nuestro cuerpo de manera natural, sin necesidad de fármacos ni drogas de ningún tipo. Al comenzar con pequeñas dosis de consciencia respiratoria, notaremos que tenemos mejor reacción al entorno, que nuestra mente se aclara, que poseemos un bienestar mucho mayor en el cuerpo y en nuestras emociones, etc.

Las personas suelen recurrir a soluciones cortoplacistas, como las drogas farmacológicas o las terapias psicoanalíticas, mientras que se olvidan de las herramientas que naturalmente ya poseen. La respiración es una técnica barata y al alcance de cualquiera para comenzar a transitar el camino de una vida mejor y más saludable. Hasta pueden notarse incrementos en la virilidad y la desaparición de los problemas para conciliar el sueño, la sanación de enfermedades e infecciones crónicas, una felicidad y bienestar inexplicables, entre muchos otros efectos benéficos.

Si buscamos tomarnos la vida de otra manera, disfrutar de las pequeñas cosas, de las cosas simples, de los gestos más intrascendentes, debemos respirar conscientemente. Comencemos en este momento, y perduremos en la relajación que permite la respiración.

Mucha Luz!

Hernan